Soy originario de Barcelona y un apasionado de los viajes y la aventura. Viajo en moto, 4x4 y bicicleta, y, también, me gusta el sabor del transporte local porque te enseña una parte de la realidad del lugar, por fuera y por dentro.
Recuerdo que cuando empecé a viajar llevaba una cámara compacta (obviamente, analógica) en la mochila. No le hacía demasiado caso, y volvía a casa con pocas fotos o ninguna. Una vez me encontré con un turista valenciano en una tienda de recuerdos de un pueblecito de Escocia. Iniciamos una conversación mientras él seleccionaba postales de un expositor. Me dijo que él no hacía fotos y que prefería comprar postales porque siempre serían más bonitas que las imágenes que podría hacer. No quería perder tiempo haciendo fotos, ni tener que cargar con una cámara. Pensé que yo, en ese sentido, era como él. Aunque yo no compraba ni postales.
Nunca tuve interés en la fotografía, y aunque siempre he apreciado el arte, nunca pensé que yo también podría utilizar una imagen para transmitir algo.
Mi percepción de la fotografía empezó a cambiar a partir de mi travesía por África Occidental, hace más de diez años. Todo lo que vivía y veía lo encontraba interesante, y de algún modo empecé a sentir que había muchas cosas sencillas que merecía la pena capturar y mostrar.
En 2012, cuando fui a vivir a las dunas del Erg Chebbi, en Marruecos, la luz del desierto y los contrastes iluminaron y alimentaron esa curiosidad incipiente sobre la fotografía.
Cuando conviertes una inquietud en pasión, esa deriva en un camino de aprendizaje continuo que ofrece un sinfín de posibilidades y satisfacciones personales.