Encontrar un estilo propio
La fotografía en sí plantea una serie infinita de desafíos personales, lo que la hace una actividad apasionante para quienes nos gusta explorar el mundo exterior, pero también el interior.
Cuando empecé a tener interés en la fotografía, todavía no entendía muy bien las opciones que el mercado ofrecía en cuestión de equipos. Diferentes marcas y formatos, con particularidades distintas, pero con el mismo fin de capturar imágenes. Poco a poco empecé a estar más interesado en las posibilidades que ofrecen las cámaras sin espejo. Hasta entonces me había centrado solamente en la composición de mis fotos cotidianas, sin tener demasiado en cuenta cosas básicas como la profundidad de campo y la velocidad de obturación. Pienso que el estar huérfano de los conocimientos necesarios para tener un mayor control de la cámara, quizás resultó ser una ventaja para profundizar más en la escena y composición. Utilizaba cámaras compactas sin la posibilidad de tener control manual, pero sí semiautomático. Empecé a practicar con diferentes aperturas y controlar mejor la exposición. Fue entonces cuando comprendí que necesitaba tener más control sobre la cámara, pues cada vez hacía más fotografías en diferentes situaciones y entornos, y no siempre conseguía los resultados que quería.
La focal elegida, y cómo la utilizamos, juega un papel importante en el carácter que tomará la fotografía que vayamos a realizar. El ángulo desde donde hacemos la fotografía también proporcionará una sensación u otra al visualizar el resultado. Un cuerpo de cámara con pantalla abatible o articulada nos ayuda a encontrar ángulos interesantes y conseguir perspectivas diferentes. En definitiva, conocer a fondo la cámara que tenemos en las manos nos ayuda a obtener las imágenes que queremos de una forma más ágil, yendo al grano y centrándonos en el sujeto y los elementos que encuadramos.
La cámara debe ser una extensión del fotógrafo, una parte más de su cuerpo, conectada con la mente, como con cualquier otra extremidad. Aquellas fotografías de las que estoy más satisfecho son las que siento que he conectado la cámara con el corazón y el momento. Esa escena que aparece en el visor de la cámara y el instante sincronizado con un latido al disparar, hace que esa imagen sea única e irrepetible. De nada sirve conocer bien el equipo que usamos si no nos abrimos al entorno y somos capaces de encontrar la belleza en los pequeños detalles. Construimos nuestro propio estilo a base de tomar consciencia en cada fotografía que creamos y mucha práctica.
Para mí, la focal con la que me siento más cómodo, y que uso más para todo tipo de fotografía, es el equivalente a 35mm en formato completo. El M.Zuiko 17mm f/1.8 de Olympus es un objetivo luminoso, pequeño, ligero y con buena calidad de imagen. Es ideal para cualquier tipo de situaciones, aunque hay que tener cuidado con la lluvia, pues no es una lente sellada.